lunes, 25 de junio de 2007

Amanda (IV)

Todo el cansancio acumulado desapareció. Se vistió rápidamente, guiada por su intuición, su don. Recogió una pequeña bolsa donde guardaba algunos de los componentes que utilizaba en los rituales más simples. Aunque Ricardo había sido capaz de realizar conjuros de búsqueda y protección casi sin pensar en ellos, ella nunca había tenido tanto poder, y tenía que recurrir a
los elaborados rituales para obtener el mismo efecto.

Desplegó sobre la mesa un plano de Madrid, bastante detallado. Puso a su lado un vaso de agua. Enfocó su mente en Gabriel, para localizarle. Con una mano, esparció polvo de tiza alrededor del plano, mientras recitaba los mantras que permitían realizar el hechizo. Luego, mojó su dedo índice en el vaso y lanzó una gota de agua sobre el plano. Abrió los ojos para ver dónde había caído la gota; esa sería la localización de Gabriel.

La gota estaba fuera del plano. Amanda repitió el ritual, y la gota volvió a salirse del plano. Quizás Gabriel estuviera fuera de Madrid. Sacó de la estantería un atlas, y lo abrió por un plano de toda España. Repitió por tercera vez el ritual, y la gota volvió a caer sobre la mesa. El aire estaba caldeado, y notaba un extraño olor en el aier, un olor que le recordaba una forja medieval que visitó hacía años.

Abrió el atlas por un mapa del mundo, y repitió de nuevo el ritual. La gota cayó fuera de la mesa. Asustada, Amanda arrojó todo el agua del vaso sobre el atlas.

El mapa permaneció seco. El olor a hierro caliente se hizo más espeso. Por algún motivo, no podía encontrar a Gabriel utilizando la magia.

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