Estaba hablando con la novia de mi hijo en el salón. Él llegaba tarde, y la pobre chica estaba esperándolo en la calle, así que la invité a pasar y estuvimos hablando durante largo rato. Hablamos de las clases de la universidad, del viaje de fin de curso, del próximo cumpleaños de mi hijo. Hablamos del transporte público, de política, de programas de televisión.
Hablamos de todo, pero no le pude decir la verdad. No pude decirle que mi hijo me había recogido del trabajo, que habíamos tenido un accidente y que no habíamos sobrevivido.
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