viernes, 18 de mayo de 2007

Prólogo

El inspector Lestrange estaba molesto. Era el tercer asesinato cometido en los dos últimos meses por el asesino que la prensa sensacionalista llamaba el "Descuartizador". Era el tercer asesinato cometido en una habitación cerrada por dentro, sin ventanas. El único signo de violencia (y le bastaba con ese) eran los restos desmembrados de la víctima.

Estaba totalmente perdido. Las víctimas (un profesor de Universidad, una taquillera de Metro y, ahora, un bibliotecario) no parecían tener nada en común. Excepto la forma de morir, por supuesto. Todos en una habitación cerrada, en sus propios hogares. Procurando no pisar las abundantes manchas de sangre del suelo, Lestrange se introdujo en la habitación, un pequeño dormitorio austeramente decorado. Una cama de matrimonio (aunque no estaba casado) pegada a la pared, una mesita de noche, una cómoda con tres cajones y un armario. Un espejo sobre la cómoda. Un galán de noche tras la puerta. Una lámpara de papel en el techo.

El cuerpo (o, por lo menos, la parte más grande de él) se encontraba sobre la cama. Lestrange se acercó para ver mejor las heridas, mientras el fotógrafo forense se separaba. Con un gesto, Lestrange hizo pasar a su nueva compañera, Amanda. Recién licenciada de la Academia, este era el primer caso importante en el que trabajaba. Lestrange observó su reacción al ver el cadáver, y aprobó su sangre fría. Con un gesto de agradecimiento al fotógrafo forense, se alejó de la cama. Sobre la cómoda, la cabeza desgarrada de la víctima parecía clavar sus cuencas vaciadas en él.

Lestrange salió al pasillo con Amanda, dejando trabajar a los forenses. Miró fijamente a su compañera, y dijo: -Este es un caso infernal. Ni una pista, ni un detalle, nada. Sólo tres víctimas, descuartizadas hasta quedar irreconocibles, en una habitación cerrada por dentro. No parece faltar nada, ni dinero, ni bienes, nada. Sólo faltan los ojos de las víctimas. Me pregunto qué hará el asesino con ellos...

Amanda no dijo nada. Ella sabía algo que no podía decirle a su jefe. Sabía lo que tenían en común las tres víctimas.

Alguien estaba asesinando magos.