Suena el móvil. También vibra. Es demasiado tarde y no me apetece hablar con nadie. Pero sigue sonando. Alargo el brazo y lo cojo. Deja de sonar, y aparece una llamada perdida.
Está mi número en pantalla. Debe ser una broma. Miro la hora de la llamada. Algo está mal. La fecha es de mañana, y la hora a las siete.
Tengo miedo.
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